No fueron palabras, ni nada en particular, sólo actitudes y hechos que -de un momento a otro- aparecieron como un texto frente a mis ojos...
Una re-lectura -me dije- y guardé un prolongado silencio, en tanto que una hoja del árbol vecino, caía sobre mi barbilla...
...Un no sé que sobre las hojas secas del patio... Un no sé que de días pasados y días presente sobre el café y amarillo del otoño fue lo que me habló...
(Tanto preámbulo... Tanto pretexto para hablar de ti... El amor se veía aún más lejos, que en otras oportunidades, de mis brazos... Pero... Hoy es hoy y, pues, aún creo en aquellas fisuras del universo... En ese Alef que se abre frente a mi sombra, cada cierto tiempo, para publicitar el recuerdo de una flor amarilla erguida en tus ojos, años antes que nacieras...)